El proyecto “Pedagogías de la memoria. Poéticas y estéticas inmersivas desde la perspectiva de los DDHH” llevado adelante por la Universidad Nacional de San Juan, la Universidad Nacional de Rosario y la L’Ecole de Design de Nantes Atlantique, se inscribe en la Tercera Convocatoria INNOVART del Ministerio de Educación de la Nación y Institut Francais d’Argentine. El objetivo general de la iniciativa es transmitir la memoria, preservar la identidad y promocionar los Derechos Humanos a través de la incorporación artística de tecnologías inmersivas en espacios de conmemoración para su puesta en valor. Para el logro de este propósito se plantea la creación de narrativas que aborden la memoria y promuevan su recuperación a partir del cruce entre arte y tecnología.
En el caso de la ciudad de Rosario la ejecución se realiza en colaboración con el Museo de la Memoria y la Asociación Amigos del Bosque de la Memoria de la ciudad de Rosario. El Bosque de la Memoria de Rosario que fue creado en 1998 (Ordenanza municipal N°6.644), dentro del predio del Parque Scalabrini Ortiz en la zona Norte de la ciudad, con el propósito de especies arbóreas en conmemoración de las personas desaparecidas, oriunda de la ciudad de Rosario y su zona de influencia. Este espacio fue concebido para que quien lo visite reciba el mensaje de reflexión de que cada árbol es una presencia de vida donde la memoria jamás deja de florecer, defendiendo y rescatando la identidad social y el derecho a no olvidar para que Nunca Más se vuelva a repetir (Ordenanza municipal 10.020). Este sitio ya ha sido escenario de otras experiencias artísticas de construcción de memoria como son la obra “Huellas”, de Julio Rayón y “Murales con Historia” de Alejandra Busaglo, instalada a 35 años de la conformación de “Abuelas de Plaza de Mayo”.
Los bancos en la gramática urbana
El proyecto asimismo se propone intervenir la propia espacialidad del bosque a través de artefactos de memoria que potencien su capacidad de convocar y alojar a ciudadanos de a pie. En este sentido, una de las intervenciones consistió en la incorporación de tres bancos de concreto construidos en la Bloquera Municipal con un diseño que evoca una genealogía cara al movimiento de Derechos Humanos argentino.
Los bancos, dispuestos en zigzag, inscriben en la gramática urbana otro trayecto estético-político que se yuxtapone a las intervenciones que conviven en dicha espacialidad. Son una invitación al reposo, al descanso. A contemplar, a dejarse habitar por imágenes, afectos, presencias, ausencias, por los árboles. Uno de ellos porta una densidad singular, aloja otra trama a través de siluetas grabadas en bajorrelieve que remiten al Siluetazo, aquella acción estético-política inaugural de las matrices visuales del movimiento de Derechos Humanos argentino promovida en 1983 por los artistas Rodolfo Aguerreberry, Guillermo Kexel y Julio Flores en conjunto con Madres de Plaza de Mayo. En aquella ocasión esos contornos humanos convocaron, en una innovadora acción de denuncia, a ofrendar el propio cuerpo para contornear la figura de un/a desaparecido/a y fisurar así el orden de lo posible, invocando a que esos cuerpos juntos re-ocupen el espacio social dimensionando así el lugar físico y simbólico de su ausencia.
Esta instalación en el bosque llama a otra ofrenda, la de nuestro preciado tiempo. Nos conminan a suspendernos para que el gesto de entrega que anida en toda construcción colectiva de la memoria sea posible. La memoria, en este cruce entre arte y tecnología, tira del delicado hilo político de nuestra disposición perceptiva, de esa continuidad entre ausencias y presencias, entre su hacerse oír y las sonoridades de las que somos capaces, entre lo que imaginaron y lo que podemos visualizar y sentir, entre las rebeldías de ayer y nuestras resistencias de hoy.
Un lazo condensado en las formas que adoptan las manos y los pies de estas siluetas que, en sintonía con la vegetación, prefiguran nuevas hojas de esos árboles que renuevan ese pacto con la vida, con las vidas que no dejamos morir gracias a nuestra insistencia que es, ante todo, la de ellos y ellas.
Los bancos, entonces, invitan a detenerse, resignificando la idea de la detención. En este caso se trata de una detención que, tal como recientemente ha sugerido Marcelo Expósito consiste, paralelamente en una desnaturalización de la actividad institucional del arte así como en la reevaluación de las actividades ordinariamente comprendidas como artísticas para redirigirlas hacia un nuevo tipo de funcionalidad. Al fin y al cabo aprender a detenerse puede ser también una de las claves de una temporalidad posible, otra, para transitar la época.
Desafíos
Esta iniciativa, que combina las pedagogías de la memoria y las tecnologías inmersivas, busca generar una capa de información y sentido sobre la última dictadura. Puntualmente, en una segunda etapa se podrá, desde la mediateca del Museo de la Memoria experienciar mediante un video inmersivo 360° el Bosque de la Memoria. Y, a su vez, desde El Bosque se podrán recuperar historias y construcciones de sentido de las muestras que tienen lugar en el Museo. Por otra parte, desde la plataforma transmedia digital interactiva vinculará el Bosque de la Memoria de Rosario con su par sanjuanino a través también de producciones 360°.
Las tecnologías emergentes, las redes y las plataformas digitales vienen siendo en los últimos años herramientas y lugares de emplazamientos de las disputas políticas más acaloradas en nuestro país. Son las vías predilectas para la generación de violencia política contra el movimiento de Derechos Humanos así como para la violación de una serie de derechos fundamentales vulnerados a través de las acciones intimidatorias. difamatorias y de agresión directa. Asimismo, son el terreno por excelencia de la construcción de discursos y relatos que ponen en tensión las formas de construcción de la verdad, constituyendo un tiempo que numerosos autores han denominado como post verdadero.
Dichas tecnologías emergentes han sido también aliadas fundamentales en los últimos ciclos de movilizaciones ciudadanas por la radicalización democrática iniciado en 2011 y que tuvo como epicentros países distantes como Grecia, España o Chile, teniendo luego sus expresiones en revueltas sociales en otros países como Ecuador, Bolivia o Colombia. Son también los canales a través de los cuales se han activado interesantes modos de activismo artístico en nuestro país que autoras como Claudia Kozak o Marcela Fuentes han denominado bajo los conceptos de tecnopoéticas o tecnoactivismos.
En este sentido, el proyecto se inscribe en este terreno fangoso de disputas socio-políticas por el uso y la socialización de las nuevas tecnologías así como de su disposición para la generación de formas innovadoras de intervención estético-política que combinan formas de presentificación offline y online que renuevan los modos de la participación política y ciudadana. En este caso, estas poéticas inmersivas pretenden revitalizar sitios que afrontan los desafíos de permanecer y producir sentidos aspirando a la expansión de los espacios de lo visible y lo sensible ante restricción de derechos.